Thursday, June 22, 2006

¿...?

¿Qué hacer cuando el día amanece gris y la mudez se encuentra al otro lado del teléfono? ¿A quién contarle el despilfarro en trajes de representación? La cotidianeidad pierde la magia. En el silencio que late en mi cabeza solo quedan los ojos, leyendo, buscando algún rastro de mí. No veo mi nombre, ni tan siquiera mis iniciales y grito ante la impotencia y frustración. Grito al darme cuenta que el miedo aún amarra y no salen, de una boca que amé, rastros de mi existencia. Sí, soy egoísta, no quiero que otras asuman que tus dedos hablan de ellas, quiero que todos sepan que fui yo la que te dio alas, que soy yo la que guarda tu tesoro, que fue conmigo con quien comenzaste a sentir (aunque no definas lo que sientes), quiero que todos sepan que este dolor sí es cierto, no es un engaño y es tal vez lo más real que existió entre nosotros. Fui yo, la que con un beso, comenzó el marullo que desató el tsunami de tu interior.

Cae la tarde, el cuerpo pesa, el alma se arrastra, arreglo mi pelo, me miro por última vez al espejo y me acuesto en el piso, en el lado del cuarto que ya tú conoces. Aunque desespero, no quiero compartir mi cama con tu fantasma…me duele. Esta noche soñaré con el futuro, con un salvador en medio del sufrimiento y una poseedora de sabiduría y conocimiento eterno que me liberará de las cadenas, que rellenará el abismo, que me ayudará a seguir respirando cuando mis energías desfallezcan pensando en un nosotros que pudo haber sido…

Y.S.B. © 2006

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